en hacerte llegar hacia donde tu quieres llegar,
¿vamos juntos a este gran viaje?
El coaching te permite crear la realidad que quieres para ti. Te permite reflexionar sobre tus verdaderos anhelos. Poner en orden tus prioridades. Simplificar tu vida. Incorporar habilidades directivas que potencien tus resultados en el trabajo. Te permite alcanzar tu máximo potencial en los áreas donde más lo necesitas. Realizarte como persona y profesional, mientras te acerques a tus objetivos. Te permite disfrutar el camino en lugar de sufrirlo.
Todo lo anterior es cierto. Pero sólo para las personas dispuestas a pagar el precio. Y no me refiero a la inversión económica y el tiempo dedicado al proceso. Me refiero a tu total compromiso con tu crecimiento personal y profesional. Con el cambio que buscas. Porque ese es el combustible del proceso. El coaching es un modelo de 200%. Necesitamos tu 100% de compromiso para que tu vida cambie.
Que su mayor escuela haya sido la vida y que haya pasado de forma consciente por los conceptos o distinciones que emplea en sus procesos. Que sea imperfecto, de carne y hueso, para que sepa reconocer mis excusas. Que haya cometido muchos errores para poder aprender de ellos. Que crea en mi, y sienta genuino interés por mi vida. Pero que también sepa tomar distancia para no comprar mi historia. Que no se deje utilizar como una herramienta para "rendir cuentas". Que me diga la verdad. Aunque sea incómodo. Que me dé un poco de miedo.
Que tenga calle para poder ser intuitivo, academia para poder identificar la mejor estrategia para hacerme ver, para retarme, para hacerme creer y crear, y horas de vuelo para saber que no hay dos casos iguales ni hay que dar nada por sentado.
Que sea íntegro, sincero, curioso y un poco rarito.
Eso para mi es un buen coach.
Pd. Si está acreditado por una asociación profesional reconocida, pues mejor.
Que tenga sueños que le merezcan mucho la pena. Que –aunque aún no tenga ni idea de cómo- esté 100% comprometido con alcanzar sus objetivos y hacer realidad su visión. Que quiera contribuir con su talento a hacer de este mundo un lugar mejor.
Que tenga la valentía para mirarse al espejo y encontrarse con sus demonios (que por cierto después resultan totalmente inofensivos). Que esté abierto a escuchar cosas que no había querido escuchar y a cuestionarse sus verdades. Que se atreva a asumir las riendas de su vida y a experimentar con nuevas maneras de hacer las cosas y de estar en la vida.
Que tenga ganas de aventura, que le guste la montaña rusa. ¿Te acuerdas de esa sensación en el estómago? Pues dile hola.